martes, 15 de abril de 2008

COMENTARIO PERSONAL

“El cine, la radio, las artes gráficas, forman un sistema compacto, no tienen necesidad de preocuparse del arte; solo son negocios y este atributo se exhibe como ideología para legitimar las fealdades que se producen intencionalmente”.
Theodor W. Adorno.
Desde mi punto de vista, el lenguaje de la comunicación humana, es un mediador de los distintos tipos de sociedades, ha tenido un complicado mecanismo de cambio patológico. Se ha ido desarrollando un sistema de influencias que han afectado al lenguaje de ciertas estructuras ideológicas. Si la identificación del hombre como persona esta referida esencialmente al criterio de ser “sujeto expresivo”, y si este aspecto le posibilita la capacidad y el decir las cosas más allá de su apariencia , puede afirmarse que el hombre ha estado en un constante proceso de ocultamiento de su propia ambiente. Es decir, el lenguaje no tiene una significación vacía, sino que esta acompañado de un vínculo básico que esta representado en un mundo real y simbólico.
La palabra, entonces, como afirmaba TOMAS DE AQUINO, es racional, y como tal, es problemática como la realidad misma. A través de la palabra, el individuo se manifiesta, se hace sentir, aparece ante los otros y ante sí mismo, hablando y escuchando. La expresión, vertida en comunicación, permite las relaciones entre los seres humanos, una puesta en común de los aspectos problemáticos que implican su propia realidad y el mundo próximo humanizado. De la misma manera, la palabra es el enlace que posibilita en que los hombres se escuchen y se coloque frente a frente. Este es el elemento personal y social del lenguaje.
Y es precisamente esa connotación la que sufrido demasiadas transformaciones a través de la historia humana, lo que le hizo exclamar a un sabio chino: “si yo tuviera concentrados en mi todos los poderes del mundo por un instante, mi único deseo seria devolverle el sentido a las palabras”. Mayor anhelo no puede existir porque los enunciados los articula el hombre y, en últimas, se trataría de devolver el sentido humano al propio sujeto en las relaciones con los demás, con el mundo y consigo mismo. Si las palabras tienen hoy una profunda relación, es porque el hombre que las pronuncia es un sujeto hablador, el lenguaje que emite para expresarse y expresar la realidad de su mundo, implica una falsificación de su racionalidad en la comprensión d las circunstancias que lo envuelven y que él mismo va inventando.
El proceso de la comunicación es el transcurso de la fetichizacion del lenguaje, y reflejo y expresión del fetichismo económico que informa todos los ámbitos y los valores de la vida humana. Y es aquí donde se programa el problema del lenguaje y la ideología. Por tal motivo, lo plantea Erich Fromm: quien hablaba de una “PATOLOGIA DE LA NORMALIDAD SOCIAL”, era precisamente porque comprendía que la sociedad ha desarrollado ciertos antivalores que, a fuerza de la imposición, el dominio, la fuerza y la costumbre, ha terminado por imponerse como elementos indiscutibles, normales y naturales, que reglamentan los patrones del comportamiento de los individuos y las mismas sociedades. Por ello la comunicación ha perdido su original representación, es decir, el de ser esencialmente humana, y se ha alterado en información, información planificada, fría, calculadora, empacada y distribuida, a través d e los poderosos y admirables medios con los que la sociedad cuenta hoy día, a los grandes grupos humanos, a los inmensos sectores de la población que, carentes de voz y de opinión, según los parámetros dominantes, van siendo cada día mas moldeados por los intereses ocultos que remiten esa información. Todo sujeto se mueve en torno a este ambiente en donde los medios de “información” sirven como medidas y canales de los cuales el hombre debe hablar y dialogar, anexando e introduciendo la visión del mundo, de la vida, del hombre y de la historia que se transmite en las informaciones.
En tal sentido, no puede existir el hombre más que como un ser marioneta, manipulado y moldeado dentro de una situación infrahumana que la experimenta como sana y verdadera realidad en la que se “siente feliz”. Es allí en donde se vive la apariencia de ser alguien sin serlo, se sentirse sujeto estando destruido, de hablar sin poder decir nada. Es lo que algunos teóricos han llamado una singular situación de alienación, de autentica locura “normal”. Tal el sentido del hombre y de la comunicación interpersonal en nuestras sociedad.

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